Un poema evoluciona
lentamente.
Tal como las líneas
de expresión del rostro.
De pronto, una mañana,
lo codician las jovencitas,
le ofrendan su frescura.
Y las veinteañeras,
su amplia publicidad.
Las cuarentonas
se lo quieren quedar
ofreciendo su experiencia
de publicadoras maduras.
Pero él sólo sonríe,
recuerda nostálgico
su impudicia,
su impotencia,
y las tiernas edades
de la hoja en blanco.
[inédito]
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