Este 5º encuentro de poetas,
primero al que asisto, ha sido para mí una experiencia tan grata como
ilustradora, una ventana al mundo simultáneamente lúgubre y luminoso no sólo de
la poesía sino de algunos de sus creadores, compañeros de andanzas, como la entrañable
Arminé Arjona decía, hermanos de letras, de risas, de tardes calurosas entre
olas y sol, y acompañantes de cantos en la madrugada.
Llegué junto con el amanecer,
acompañado de mi muy querido amigo Alejandro Martínez. Un Tampico lleno de
lluvia que se deshacía en pequeños alfileres acuosos en precipitada trayectoria
nubes abajo. Inspiradora llegada, lo sentí con un abrazo fraterno, bienvenida
que una tierra prometida nos ofrecía, dejándonos mojados y cargados de una
ilusión expectante.
Nos fuimos directo a conocer el
Centro Cultural Bicentenario, escenario donde se daría buena parte del encuentro
y de ahí, a saludar al Golfo, en esa parte donde se comienza a hacer norteño,
muchos kilómetros arriba de donde yo lo conocía. Tras hacer el primer contacto
arribamos al hotel, donde un estruendoso evento nos recordó que estábamos en
Tamaulipas, “cuídate mucho, que esas cosas pasan” me decían antes de partir.
Las cuchillas de un poste eléctrico nos habían jugado una broma.
El encuentro comenzó con la inauguración de funcionarios, autoridades y poetas, y claro,
autoridades poéticas, quienes nos dieron otro afectuoso recibimiento al dejarse
escuchar, musicalizados, en un recital magnífico a cargo del Maestro Carlos Acosta.
La tarde se hizo noche entre Catrinas, arroyos verdes y el calor de Ciudad Madero.
Durante el encuentro, conocí a
poetas de varias partes, tamaulipecos la mayoría, otros exiliados voluntarios y
gozosos que viven profusamente aprovechando las facilidades de las nuevas
tecnologías y las pequeñas distancias, como apuntó Lorena Illoldi, luchadora de
letras, mujer fascinante que me arrancó más de una carcajada, presencia
imprescindible; Mary Paz Mosqueda, Martha Izaguirre, Carmen Amato, MagdalenaGuerrero, Andrea De León, Elí Loya, Lucía Mendoza, Romina Cazón, Gabriela Chávez y su
sensible lente… , sobra enunciarlos completos, pues todos me dejaron una
enseñanza, una ilusión de porvenir, un deseo de seguir vivo. Para todos, mi
admiración, respeto y gratitud, su amistad ya es entrañable.
La visita a la Secundaria 19, una
de las mejores experiencias, los muchachos tan participativos como nunca he
visto, ni siquiera en la Universidad, fiel a los principios de los adictos veracruzanos, Andrea y yo los invitamos a leer, y grande como agradable sorpresa fue que se
animaran a hacerlo. Caían de entre sus labios palabras y emociones, tupidos como
la lluvia afuera del auditorio.
Lo que siguió fue un sembrar de
vida, de inspiración y placentero asombro. Creo sinceramente que no fue un
encuentro, sino un reencuentro. Grato fue ver de nuevo a Celeste Alba Iris, a Marisol Vera, a
Erika Said, a Alejandro Ipatzi, e insisto, re-conocer las voces, en palabra, canto y música,
de los demás compañeros.
Sea pues que estos Quintos Santos
Días de la Poesía sean, la continuación de un viaje, de un sueño, de una
realidad, y como dijo el Maestro Acosta, sembramos flores en el mar, y creo que
ya están floreciendo.
Gracias a Celeste Alba Iris por
la invitación y mi reconocimiento por el esfuerzo y la paciencia a ella y a
todos quienes lo hicieron posible.