Por cual de mis emociones bajas ¡Oh! Estas horas sublimadora poesía. Sin saber si quiera sea, sin saber si quieres sea en verdad ese tu nombre “Poesía” ¡Oh! Fenómeno extraño. De diosa que viene y engrandeces lo humano en que te poses.
Voy pajarado; y sin poder siquiera saber qué dices obedece mi pecho transformando mi ser al canto.
Y el cielo y el árbol, y el horizonte abierto con el beso del mar proceloso y el cielo largo ¡Algo! Algo con nuevo sentido agarran.
Te vuelo… ¿será tu esencia la belleza? ¿será tu búsqueda la misma? ¿Tal será el designio (divino, qué más) de vida y misión del pájaro que se llama poeta?
¡Ay! la vida, la belleza ¡Que Azul me la imagino!
¡Oh belleza que te veo! ¡Oh belleza que te creo! ¡Oh belleza que me creas! ¿Existirás porque te canto o canto porque te veo?
¡Oh! Gran misterio que convoca mis pasiones: poesía y filosofía.
Pájaro que piensas ¿quién creó la belleza?
Al trance de ser poeta atiendo. Poesía. Me cantas y soy la cueva en que resuena tu eco. Estoy muriente, estoy (me dicen) loco.
Oigan, me atrevo en una tesis: no hay poesía en el tecnicismo. Si se dan cuenta, no existen versos memorables en sus años, de los 23 que van del XXI. De ese mundo-siglo telemático con lenguaje derrotado. Ni conceptos cableados ni satelizados. No mundo electrónico, mecatrónico, no, no hay espacio a la poesía.
Pende mi vida de una máquina de diálisis. Y la máquina loco y pajarado arrojo al jardín, donde le crecen musgos, bejucos, racimos y lo verde Lorca ¡la vida! Que pone todo con el tiempo aliado en su lugar.
Entierro en la naturaleza a la hija de la computación, a su extensión mecatrónica. Vuelvo al Zeus, al cielo, al verde, al que te quiero. Vida que me matas, vida que ya muero, vida única que tengo, vida como eres…vida que me quieres.
Christian Leobardo
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